Estudiantes universitarios convocados por el Centro de Estudiantes de Trabajo Social de la UNLa y el Movimiento Universitario SUR se movilizaron el lunes pasado hasta la sede de la Obra Social del Personal de la Industria Lechera (OSPIL), ubicada en Hipólito Yrigoyen 4056, para repudiar que estaban incumpliendo con la cobertura médica de un compañero.
Un estudiante de la UNLa, Lucas Verritz, necesita una órtesis para volver a caminar y transporte adecuado para viajar a la Unviersidad, pedidos que la obra social no estaba cubriendo. Además, pretendían cambiarle el médico de cabecera cuando la ley no avala esta acción en pacientes con enfermedades crónicas.
Cansado de reclamar junto a su madre y de sólo recibir negativas a cambio, Lucas decidió acercarse en busca de ayuda a las organizaciones de la Universidad Nacional de Lanús, donde cursa el ingreso para la carrera de Trabajo Social.
Es así como se acordó entre la familia y el Movimiento Universitario Sur hacer una movilización para escrachar a la obra social y para exigirle que reciban a la madre, a quien le habían mandado una carta documento diciendo que por sus exabruptos y comportamientos no la atenderían. La importancia de resolver cuanto antes el problema, además de que afecta directamente a la salud de Lucas, radica en que de lo contrario él no podría seguir con sus estudios.
Después de marchar cinco cuadras, los estudiantes se plantaron con las banderas y los carteles en la puerta de la obra social agitando con toda la energía de la juventud. “Somos los estudiantes que los derechos vamo’ a bancar, por la salud del pueblo junto con Lucas vamo’ a luchar”, cantaban. Después de unos minutos cerraron la persiana del lugar y por la puerta de al lado salieron los directivos para buscar al responsable. El presidente del CETS, Francisco Césare, y la madre de Lucas, Mirta, ingresaron al edifico para discutir el problema y destrabar el conflicto.
Mientras ellos buscaban soluciones adentro del establecimiento, los estudiantes hicieron un pasacalle con la consigna “con la salud no se jode” y seguían cantando y repartiendo volantes con la explicación de por qué se manifestaban.
Pasada una hora, terminó la reunión con el secretario general del sindicato de la industria lechera. “Los amo, los amo”, gritaba Mirta cuando salió del edificio a la vez que tiraba besos a los estudiantes que estaban aguantando en la puerta. Luego del aplauso general se hizo una ronda para escuchar a Francisco contar las resoluciones alcanzadas.
Se consiguió en lo inmediato que la obra social se haga cargo, mediante reintegro, del gasto del combustible desde Longchamps, donde vive Lucas, hasta la UNLa. Mientras la obra social debe buscar una salida mediante ambulancia o transporte especial.
También se resolvió el problema con el médico de cabecera, que se hbaía removido por cuestiones internas ya que efectivamente tenía negocios con la Ortopedia Alemana. La obra social dejó en claro que todo el resto del equipo médico no será modificado.
El próximo sábado, Lucas será atendido por su nueva médica, quién, en unos pocos días, va a evaluar su caso con respecto a su órtesis mal preparada y, luego de ese informe, la obra social se compromete a establecer un plazo no mayor a 15 días para resolver definitivamente todas las necesidades de Lucas.
Con la alegría de la victoria alcanzada, con la esperanza renacida y la emoción de saber que los esfuerzos valieron la pena, la jornada finalizó con la lectura de una carta que había escrito Lucas y que leyó para todos los compañeros.
Se liberó entonces la calle, se les comentó la resolución a los vecinos que manifestaron su apoyo y se acercaron para dar fuerza, y los estudiantes emprendieron la vuelta, sabiendo que Lucas va a seguir estudiando y que plantaron una semilla para que a ningún pibe sufra lo mismo.